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viernes, 26 de febrero de 2021

Reseña: Todo lo que nunca fuimos, de Alice Kellen

 

Porque a veces basta con un «deja que ocurra» para arriesgarlo todo Leah está rota. Leah ya no pinta. Leah es un espejismo desde el accidente que se llevó a sus padres. Axel es el mejor amigo de su hermano mayor y, cuando accede a acogerla en su casa durante unos meses, quiere ayudarla a encontrar y unir los pedazos de la chica llena de color que un día fue. Pero no sabe que ella siempre ha estado enamorada de él, a pesar de que sean casi familia, ni de que toda su vida está a punto de cambiar. Porque ella está prohibida, pero le despierta la piel. Porque es el mar, noches estrelladas y vinilos de los Beatles. Porque a veces basta un «deja que ocurra» para tenerlo todo.
Buenos días:
Hoy me toca una reseña de Todo lo que nunca fuimos y entrada en general muy difícil. Las novelas de Alice Kellen las disfruto mucho, así que no me lo pienso al verlas, pero esta no me ha gustado.

Antes de que leas la reseña, esto no es un ataque ni a la escritora, que no creo que haya escrito esto de mala fe, ni a lectores a los que les ha gustado la novela, que me consta que han sido muchos al ver las valoraciones tan positivas en Goodreads con puntuaciones altísimas. Tampoco pido que censuren esta novela, ni la retiren de publicación. Es ficción y cada uno que se lo tome como parezca. Personalmente levanto la mano mucho con la ficción porque cuando leo quiero disfrutar de una historia, pero obviamente tengo mis límites y mis líneas rojas y esta novela las ha cruzado. 

Ahora me voy a poner personal, para que entendáis un poco porque a mi esta novela me ha afectado tanto. He sufrido enfermedades mentales y de hecho aún las sufro. Es un tema que personalmente me ha afectado muchos años. Ya sé que en ficción las enfermedades mentales están romantizadas, no me pilla de sorpresa y cuando leo una novela de este tipo evito buscar comportamientos censurables porque no las voy a disfrutar. Pero aquí no he podido porque ha sido demasiado.

Leah ha perdido a sus padres en un accidente de tráfico, no se ha recuperado del duelo, tiene ansiedad, tiene depresión y no solo eso, es que ella también iba en el coche y tiene síndrome de estrés postraumático. Al principio de la novela aparece mencionado que ella ha ido al psicólogo, pero no le ha debido funcionar porque no avanza. Solo avanza cuando el amigo de su hermano, Axel, que no es ni psicólogo ni psiquiatra, empieza a tratarla... Me he echado las manos a la cabeza al leerlo. Al principio Axel se empieza a encargar de ella porque su hermano no puede, ella se queda 3 semanas en su casa durante el mes (todo esto durante un año) y él ve que no es la misma. Está apagada, no la motiva nada... y tiene la genialísima idea de obligarla a hacer cosas para que se anime desoyendo lo que le ha contado su hermano de no forzarla a hacer cosas y darle tiempo como le dijo el psicólogo. Ya el colmo ha sido cuando Axel ha googleado síndrome postraumático y en base a lo que encuentra allí empieza a tratarla.

Me ha parecido peligrosísimo. Lo siento, pero una enfermedad mental no se cura a base de obligar a nadie a hacer cosas, ni con frases profundas y reflexivas, ni con besitos, ni abrazos. Esta frivolización de las enfermedades mentales me ha incomodado mucho. Imaginaros que una persona sufre apendicitis, un problema físico, y el que vive con ella, que no tiene formación médica, comienza a realizarle una operación en casa mientras googlea como proceder. ¿Verdad que os echaríais las manos a la cabeza? Las enfermedades mentales tienen que ser tratadas por profesionales de la salud mental. A mi esta novela no me hubiera molestado si Leah hubiera seguido yendo a terapia, hubiera cambiado de psicólogo o psiquiatra si con este no le estaba yendo bien y Axel hubiera intentado ayudarla además así.

"No es que no la entendiese, claro que comprendía su dolor, pero eso no cambiaba las cosas, el presente. Según el psicólogo al que Oliver la había llevado durante unas cuantas sesiones, no estaba avanzando correctamente a través de las fases de duelo. En teoría, seguía anclada en la primera, la negación, aunque yo no estaba del todo de acuerdo con eso. Quizá fue lo que me hizo llamar a su puerta.
Leah levantó la cabeza y se quitó los auriculares.
—Hay buenas olas, coge tu tabla.
Ella parpadeó confundida. Ahí fue cuando me percaté de que las propuestas que le hacían estaban formuladas como una pregunta. Propuestas que Leah siempre se encargaba de rechazar. En mi caso no se trató de algo cuestionable.
—No me apetece, pero gracias.
—No me las des. Mueve el culo.
Me miró alarmada. Vi su pecho subiendo y bajando al ritmo de su respiración acelerada, como si no hubiese esperado un ataque así, repentino, después de tantos días de calma. Yo tampoco lo había planeado, y le había prometido a mi mejor amigo que no haría algo semejante, pero me fiaba de mi instinto."

"Di una última calada antes de entrar en casa. Me acerqué a mi escritorio, removí los papeles sueltos y encontré uno en blanco. Cogí un bolígrafo y garabateé todas las preguntas que me había hecho durante aquellas tres largas semanas. Dejé el papel cerca y fui apuntando alguna más mientras hacía la cena. Preparé una ensalada y llamé a su puerta. Leah no puso objeciones cuando le propuse cenar en la terraza.
El cielo estaba cuajado de estrellas y olía a mar.
Comimos en silencio, casi sin mirarnos. Al terminar, le pregunté si quería té, pero negó con la cabeza, así que fui a la cocina a dejar los platos. Cuando volví, Leah estaba de espaldas, apoyada en la valla con la mirada fija en la oscuridad.
—Siéntate —le pedí.
Suspiró sonoramente antes de volverse hacia mí.
—¿Esto es necesario? Me voy pasado mañana.
—Y volverás una semana después —repliqué.
No te molestaré. —Me miró suplicante. Parecía un animal asustado—. Yo no quería, fuiste tú el que me obligó a meterme en el agua…
—No tiene nada que ver con eso. Vamos a pasar mucho tiempo juntos durante este año y necesito saber algunas cosas. —Bebí un trago de té y le eché un vistazo al papel lleno de interrogaciones que sostenía en la mano—. Para empezar, ¿no tienes amigos? Ya me entiendes. Gente con la que relacionarte, como hacen las chicas de tu edad.
—¿Estás bromeando?
—No, claro que no.
Leah permaneció en silencio. Yo no tenía prisa, así que me senté en la hamaca y dejé el vaso de té en el borde de la valla de madera para poder encenderme un cigarro.
—Sí que tenía. Tengo. Creo.
¿Y por qué nunca sales por ahí?
—Porque no quiero hacerlo, ya no.
—¿Hasta cuándo? —insistí.
—¡No lo sé! —Respiró agitada.
—De acuerdo… —Reparé en las arrugas que surcaban su frente, en el movimiento de su garganta al tragar saliva con brusquedad—. Eso resuelve tres de mis dudas. —Revisé el papel—. ¿Cómo te va en el instituto?
—Me va normal, supongo.
—¿Lo supones o lo sabes?
—Lo sé. ¿Por qué te interesa?
—Nunca te veo estudiar.
—Tampoco es asunto tuyo. 
Me di unos golpecitos con el dedo sobre el mentón. Y al final la miré. De igual a igual. No como si ella fuera alguien que necesitara que la cuidasen y yo estuviera dispuesto a hacerlo. Vi miedo en sus ojos. Miedo porque ella sabía lo que iba a decirle.
No quería tener que recordarte esto, pero tu hermano lleva un año matándose a trabajar por ti, para que puedas ir a la universidad, para que sigas adelante…
Cerré la boca ante el primer sollozo.
Me levanté, sintiéndome como la mierda, y la abracé. Su cuerpo se agitó contra el mío y cerré los ojos, aguantando, aguantando a pesar de que dolía, porque no pensaba pedir perdón por lo que había dicho, porque sabía que tenía que ser así.
Leah se apartó limpiándose las mejillas.
Me quedé a su lado, con los brazos sobre la barandilla de madera que cruzaba la terraza y el viento húmedo de la noche agitándose alrededor. Recuperé mis anotaciones.
—Voy a seguir. —La tenía justo en el punto que quería; abierta en canal, temblando. Nada de esa coraza que usaba a todas horas—. ¿Por qué ya no pintas?
Si no hubiese encontrado tantas cosas en sus ojos, podría haber separado lo que veía diseccionando las partes para intentar entenderla, pero no pude.
—No soporto los colores.
—¿Por qué no? —susurré.
—Me recuerdan a «antes» y a él."

"Ni siquiera tenía claro qué estaba diciéndole, pero conseguí que Leah respirase más despacio, más relajada. La acompañé hasta su habitación y algo se agitó dentro de mí cuando en la puerta me dio las buenas noches. Compasión. Impotencia. Yo qué sé.
Esa noche rompí mi rutina. En lugar de leer un poco e irme a la cama, encendí el ordenador y aparté las cosas que tenía sobre el teclado antes de teclear en el buscador «ansiedad». Estuve horas leyendo y tomando notas.
«Síndrome de estrés postraumático: trastorno psiquiátrico que aparece en personas que han vivido un episodio dramático en sus vidas.» Seguí apuntando: «Las personas que lo sufren tienen pesadillas frecuentes rememorando la experiencia. Otros signos característicos son la ansiedad, palpitaciones y secreción elevada de sudor». Y continué, incapaz de irme a dormir: «Sentirse psíquicamente distante, paralizado ante cualquier experiencia emocional normal. Perder el interés por las aficiones y diversiones».
Supe que hay cuatro tipos de estrés postraumático.
En el primero, el paciente revive constantemente el suceso que lo ha desencadenado. El segundo es la hiperexcitación, cuando se sufren signos constantes de peligro o sobresaltos. El tercero se centra en los pensamientos negativos y la culpabilidad. Y el cuarto…, joder, el cuarto era Leah, toda ella. «Se adopta la evasión como maniobra. El paciente muestra y trasmite insensibilidad emocional e indiferencia ante actividades cotidianas; elude lugares o cosas que le hagan recordar los acontecimientos.»"
Ahora vamos al otro problema que yo le he visto y es la diferencia de edad. En sí, esto no me molesta. Hay muchas parejas con diferencias de edad y oye, fantástico, el amor no tiene edad. Aquí es que roza lo lolita y a mi particularmente me incomoda mucho. Al principio del libro Axel actúa como si fuera el hermano mayor de Leah, tiene casi 30 tacos y ella, 19 y aún va al instituto. La ha visto nacer, la considera una niña... y, de repente, la ve desnuda y se percata que es una mujer y empieza a desearla y toda la vaina. De su parte no he visto más que una especie de hermano mayor al que le pone ella de repente.  Que los dos son mayores de edad, es legal, pero me ha llamado la atención este cambio repentino. No he visto química entre ellos ni nada especial. Lo peor es que las actitudes de Axel son muy paternalistas hacia con Leah. Una vez la lleva a un festival con una amiga para que disfrute y se anime (porque de bien es sabido que las enfermedades mentales se 'curan' así) y descubre que ha bebido un poco de alcohol y está enrollándose con un chico (consensuado todo) y la arrastra de ahí como si estuviera haciendo algo malo. Tócate el pie. La actitud de él y del hermano de Leah hacia ella me han parecido tóxicas, a ninguno de los dos se les ha pasado por la cabeza hablar con ella y tomar en consideración que quiere hacer ella con su vida... 

"Ya estaba planteándome qué opciones tenía, si poner un puto cartel con su cara en cada farola o prepararme el discurso para contarle a Oliver que había perdido a su hermana como quien pierde una pieza del Lego, cuando la encontré.
Tomé una brusca bocanada de aire mientras caminaba hacia ella. No veía nada más. Solo la mano del chico debajo de su camiseta, acariciándole la espalda, y a ella con los ojos cerrados, casi en trance, sin reaccionar cuando él le dio un beso en los labios y se pegó más a su cuerpo, bailando al ritmo de la canción lenta que sonaba, meciéndose bajo los focos y las luces como una marioneta que se deja llevar.
—Aléjate de ella —gruñí.
El chico la soltó y Leah me miró con los ojos entrecerrados y brillantes. No solo había bebido, sino que también se había tirado encima algún cubata porque olía a ron y llevaba la camiseta empapada. La cogí de la mano y la arrastré a mi paso, que no era lento, ignorando sus protestas. O balbuceos. Lo que fuese.
Conseguimos salir de allí y alejarnos de la multitud.
La subí al coche. No decía nada. Apenas me miraba. Y casi mejor, porque estaba tan cabreado que me habría bastado un gesto para ponerme a gritar y desahogarme.
De todos los escenarios que me había imaginado que podrían ocurrir cuando decidí que iríamos al Bluesfest, el último era aquel. Había pensado que se pasaría la noche mosqueada y apartada en algún rincón; que estaría un rato con su amiga y me llamaría en cuanto se cansase. Pero no que me la encontraría borracha y… así.
Aparqué delante de casa, todavía nervioso.
El silencio se hizo más denso cuando entramos y tiré las llaves encima del mueble del salón. Me pasé una mano por el pelo, debatiéndome sobre qué decir y cómo hacerlo, pero terminé dejándome llevar y alzando la voz.
Al final va a ser verdad que sí que soy tu puta niñera. ¿En qué estabas pensando, Leah? ¿Sales una noche después de un año sin pisar la calle y acabas así? ¿No controlas, no eres capaz de comportarte como una persona normal? ¿Y qué coño hacías con ese tío? ¿Te has vuelto loca? ¿Cómo se te ocurre desaparecer sin llevar el móvil encima, sin avisar a nadie y…?"


Después de la reseña, no os digo que no lo leáis. De hecho, a pesar de todo eso, la he leído en un par de días porque es una novela muy amena. Si os ha gustado, de verdad, no os culpo, ojalá yo la hubiera disfrutado. No iba a hacer reseña porque soy consciente de que me va a caer la del pulpo... pero lo necesitaba. Si he ayudado a reflexionar a alguien con esta entrada, pues bienvenido sea. No estoy atacando a Alice Kellen, de hecho no voy a dejar de leer novelas de ella (la segunda parte de esta bilogía obviamente no la leeré) por una mala lectura como esta. Aún así, que no me va a leer ni Perry porque mi blog es muy modesto, pero por pedir que no quepa. No me disgusta que se retraten problemas mentales en novelas, series, películas, etc. Creo que ayudan a que la gente las conozca, se hable más de la salud mental y deje de ser tan tabú. Aún así, pediría por favor responsabilidad y cuidado a la hora de hacerlo. Mucha gente no se toma las enfermedades mentales en serio ni las considera enfermedades en sí y muchos productos así perpetúan esa idea. 

Con mucha tristeza porque suelo disfrutar mucho de Alice Kellen y sus novelas, le he dado ⭐⭐. Le iba a dar una estrella, pero he levantado mucho la mano porque a pesar de esto, la novela la he leído de manera bastante amena. 

Espero que todos estéis genial y os cuidéis, que con la que nos está cayendo con la pandemia es lo más importante. 

Besos



6 comentarios:

  1. Hola!! a mi tampoco me gustó mucho esta historia, me costo creer el romance que se estaba creando porque yo a Alex lo veía como el hermano de Leah ya que se portaba como tal, y en general había situaciones que no me convencían del todo.

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  2. ¡Hola! A mí me gustó mucho pero siempre me apetece leer reseñas que den otro punto de vista porque a veces te hace replantearte cosas que tú veías de otra manera, como por ejemplo el tema de la edad. En su momento no lo pensé así, pero leyéndote me doy cuenta de que es un poco chocante ese cambio en la manera de ver a la protagonista por parte de él. Un besote :)

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  3. ¡Hola!
    Por cuestiones cambiarias y etc, al final este libro no lo compré.
    Menos mal, porque también me hubiera enojado.
    Qué loco que por editorial se pase esto por alto, en los autopublicados ponele que no hay una gran estructura detrás y nadie lo note antes de publicarlo, pero con semejante estructura atrás...
    Feo.
    :/

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  4. hola
    a mi este primer libro de la bilogia me gustó mucho, me falló Axel al final del libro y sigo pensando que el segundo sobraba, pero aun asi me gusto mucho... una pena que no lo hayas disfrutado
    Gracias por la reseña
    Besotesssssssssssss

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  5. Hola!!
    Pues me alegro mucho de que hayas hecho reseña. son opinuiones personales y no tienen por qué molestar a nadie. El mubndo sería muy aburrido si a todos nos gustaran las mismas cosas!
    Lástima que gustándote la autora, no lo hayas difrutado. De mis autoras favoritas, también tengo alguna lectura tachada jajaja
    No me he animado todavía con esta autora, quizás en algún momento lo haga
    Un besote

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  6. ¡Hola! ^^
    Yo he leído todos los libros de Alice Kellen, y estos estarían entre mis favoritos. Sobre todo el primero, que me gustó mucho más, así que por mi parte no puedo ponerles ninguna pega.
    Besos!

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